Miriam se levanto temprano ese día, no recordaba con quien había jodido toda la noche, tras refinarse 4 churros de mota, lo único que le quedaba era ese sabor a hierba mezclado con bocanadas de semen, y uno que otro vello atorado en las hendiduras del sus dientes. Miriam traía puesta una camisa de Black Funeral, unos calzoncillos azules y de su cuello colgaba un collar lleno de picos. Su rimel escurría como si fueran lágrimas negras, y su tatuaje en la nalga apenas y se notaba, pues no se quien carazos le había roído las nalgas como si fueran un maldito elote de esos que se comen en el zócalo. Miriam a las 2:00 P.M. pudo por fin cagar, después tomo un periódico que uso como papel de baño, se subió los pantalones y se disipo en la penumbra. A las 8 de la noche, su amigo “El maléfico” le regalo una pipa hechiza para canonizar los humos de la marihuana. Ella se lo agradeció dándole una mamada. Al “Maléfico” le dolió mucho, pero quedo satisfecho. A las 12:00 A.M. Miriam se le antojo de nuevo fumar un poco mas, por eso de “conciliar el sueño de nuevo”, y al prender de nuevo si pipa a la que había bautizado con el nombre de “La ponedora”, su casa exploto en cuestión de segundos. Volando en mil pedazos carbonizados. Miriam había dejado la llave de al estufa abierta, no pudo oler el gas pues estaba muy mormada.