Julio era un violador de cierta índole muy peculiar. Era un profesor de universidad privada que a pesar de la jodida situación en la que atravesaba el país, ganaba muy buen sueldo, lo que le alcanzaba para tener ciertos privilegios. Era amante de la música de los años 50. Nunca llegó a comprometerse con nadie, pues si de algo estaba seguro Julio, es que el matrimonio y los compromisos eran un asco y prefería llevar una vida solitaria donde su principal punto focal de distracción y satisfacción a la vez era violar niños pequeños, para luego despacharlos en cestos de basura por toda la ciudad. Las autoridades pocas veces encontraban las piezas completas pues las ratas devoraban la carne sin dejar huella. Julio era de esas personas no mal parecidas, aunque siempre fue muy tímido. Su único recuerdo bastardo era el remontar al pasado la escena de cuando su tío lo violaba de manera brutal, para luego arremeterle una golpiza hasta el punto de dejarlo inconsciente. Su madre, una prostituta de las mas baratas, a la que le gustaba practicar la coprofília, se hacia de la vista gorda, pues la droga y los excesos sexuales le habían nublado el panorama de la realidad. Julio desde el momento de escapar de casa se vio sometido a muchas carencias, pero por si solo logro sobresalir y convertirse en una persona distinguida, pero sus traumas y su odio por las cosas lo hizo develar su lado perverso. Ya eran mas de 20 niños a los que había despojado de la vida, y no había manera de saciar su sed de destrucción. Cierto día, tras seducir a una de sus victimas, un niño de 8 años, no se percató que había sido observado por un vecino, un hombre de 120 kilos, cuyo mayor placer era el de golpear a la gente que no le agradaba. Cuando Julio comenzaba a ultrajar el cuerpo del niño, recibió una enorme patada en el trasero, al caer al suelo, vio al enorme hombre como lo observaba con odio, y sin mas resentimientos, lo comenzó a golpear y a insultarlo, Julio tan solo trataba de taparse el pene para no recibir un mal leñazo. El niño logro escapar de manera hábil. Julio logro recuperarse y sorpresivamente saco de su pantalón a media rodilla, un cuchillo el cual encajó en el hombre de manera sorprendente. Julio aprovecho para dejar como coladera al hombre, le saco sus ojos y le rompió la mandíbula por lo que la escena era realmente aterradora. El niño seguía corriendo despavorido, por lo que no se dio cuenta que su agresor venia atrás de el con un machete en mano. A unas cuantas cuadras de ahí, logro tomarlo del brazo y rebanarlo como si fuera carne de res, brazos y piernas se separaban del dorso, y el niño aun gritaba de manera indescriptible, Julio recibió de repente una serie de balazos por parte de los policías que habían llegado tarde (para variar) a la escena del crimen, la gente que se encontraba en el lugar vomitaba del pánico y la impresión. Julio tuvo un mal día, pero no dejaba de tener cierta índole…
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