Ayer tuve la oportunidad de lanzarme al festival de arte en Todos Santos, en donde junto con mi camarada, montamos un puesto destinado para la venta de nuestra obra plástica, el por su lado con sus pinturas al óleo, yo por mi cuenta con lo que se refiere a acuarela mixta, junto con mis ilustraciones digitales y algunas playeras macuarras que me quedan en venta.
Creo que por mas de ocho horas bastaron para darme cuenta que las cuestiones artística siguen herméticas en este estado, y aun la visión del extranjero esta enfocada al consumo de obra digerible, explotada por los pintores locales y los no locales, y si, me refiero a las choyas, las pitahayas, los cactus, los paisajes desérticos, las marinas, las chozas, las palmeritas, las misiones, el arco de Cabo San Lucas, las cachoras, los barquitos, y un enorme etcétera de regionalismos que para mi gusto son una limitación visual que se convierte en recurso agotado dentro de la plástica. Quizás así lo veo yo, y posiblemente malvibroso me haga una terrible critica acerca de esto, pero no puedo quedarme callado ante esta situación, aparte de la mala organización por parte de los institutos culturales encargados de este evento, como el alto precio por el espacio brindado, el precio de la mercancía artesanal, el evento con sus demoras y fallas en el sistema de luz y sonido, creo que deja mucho que decir. Mientras que la gente, (en su mayoría gringos jubilados) hacia cara de asco al presenciar nuestras obras, pues no soportaban ver desnudos tan vulgares y descarados, así como falos y vaginas gratuitas, nuestro puesto era como el gorgojo en arroz blanco, creo que hasta provoco uno que otro paro cardiaco, por ser simplemente otra propuesta que no puede aceptar la academia artística tan gastada, y de la que jóvenes siguen siendo reclutados para poder seguir con la tradición de pintar choyitas y caracolitos, en fin, creo que a final de cuentas no vendimos nada de nada, y si, estamos ardidos por eso, jajaja, pero esto es el precio por ser diferentes a toda la gran mayoría de los artistas plásticos de la baja, encargados de etiquetar el arte con un enorme cactus, sin explorar terrenos semióticos, propositivos ni innovadores. Pero que me quejo, acá esto es el pan de cada dia…
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