viernes, octubre 20, 2006

miércoles, octubre 18, 2006

LA MUERTE NO SE DESPRENDE...

INCISO

A veces es difícil levantarse a caminar de nuevo. Mis dedos estuvieron oliendo muy raro y mi única salida es la de vomitar en el baño casi todo el maldito licor que queda en mi barriga. Sustancialmente me doy asco a mi mismo, y ya no recuerdo ni mi nombre ni como coño es que llegue a este mundo, es mas no me explico como es que me quedan algunos billetes en la bolsa del pantalón.
Hoy jueves desperté y el día se tornaba nublado, un color bastante apetitoso para reventarse los sesos sin dejar huella ni lastima a nadie, pero no fue así, encontré a mi lado aquella chica de anoche, la que bese hasta que se me partieran los labios, ahí estaba su cuerpo desnudo, balbuceando algunas palabras, y emanando licor por los poros como si se tratara de una fuga. Su teta era fina y su perfume barato, yo siempre he preferido que huelan a crema nivea, es mas fetichista, pero de igual modo el fin justifica los medios. sentía algunos dolores en el miembro y me di cuenta que lo tenia mordisqueado, e inclusive con un poco de sangre, por el momento solo opte por terminar la rica siesta que tenia en tramo.
Unas horas mas tarde, me vi en el espejo y note una desesperación en aquel ser dominguero que se reflejaba por efecto físico sobre una superficie oxidada muy parecida a los e los hoteles de 30 pesos. de repente, sentí algo muy extraño, mi pene se había desprendido por completo e mi cuerpo, y yacía en el piso, erecto y chillando como un gatito pequeño, por fortuna aquella mujer de tetas finas ya había abandonado esa habitación, ¿o era mi cuarto?, y no había podido lograr pisarlo, ¡Maldita puta!, estoy seguro que todo esto es su culpa, si no hubiera preferido esa boca dandome placer, quizás ahorita estuviera orinando como en los viejos tiempos. A las tres de la mañana a mi pene le salieron patitas, y unas pequeña escamas como las de un lagarto extraño, pero aun permanecía erecto, aunque un poco triste, yo lo subí a la mesa y no dejaba de admirarlo, tan frágil y tan inocente, como un animal sin protección, aunque tenia una gracia, le daba por deletrear el abecedario con eructos, se comportaba como un niño, y eso me agradaba, quizás ya no me interesaba tener hijos, ya había encontrado el hueco que mi vida necesitaba, un pito con patas. Ya transcurridos algunos días, yo prefería comprar una botella de etiqueta roja y beberla en compañía de mi nuevo compañero el alma, aunque el era de carrera larga, casi siempre me andaba cuidando y me ayudaba vomitar, y a veces me cantaba una canción de José Alfredo, no cabe duda que era mi mejor amigo.
Cierto día mi pito amaneció de color verde, no se si fue debido a unos excesos de pastas y licor que habíamos ingerido una noche anterior, pero comenzaba a oler feo, y no podía caminar pues se mareaba, había pensado en llevarlo al medico,pero esos son puros charlatanes, y me dije, que cada quien se ocupe de su propio pito, así que trate de estar sobrio, y le las mejores atenciones que puede tener un niño enfermo.
Con el tiempo su agonía fue creciendo hasta que se volvió un ser inanimado, como si fuera de plastilina, ya ni siquiera se quejaba, hasta que llegó cierto momento en que entendí que había muerto. Yo había aprendido a orinar por la boca, y creo que eso era lo que menos preocupaba, ahora me sentía mas solo y miserable, y todavía no recuerdo mi nombre, ni a donde carajos estoy...