domingo, mayo 07, 2006

CRONICAS DE MUERTE Y PLACER: Isabel y yo

Hace dos años que conocí a Isabel, y he comprendido que es la persona que comúnmente decimos o denominamos como la media naranja. Siempre espere hallarme tanto con una mujer a mi lado, creo que tenemos una conexión muy especial, he reído tanto con ella, he sentido lo que es realmente hacer el amor, ningún otro momento en mi vida se compara a los que he pasado al lado de Isabel, y pensar que para que nos conociéramos, fueron realmente coincidencias. Mujer de pocos defectos, esta conmigo en las buenas y en las malas, nunca ha replicado de mis errores, nunca me ha juzgado y nunca ha traicionado el amor que juntos hemos cimentado con tanto orgullo y dedicación. Cuando la miro a los ojos, veo una transparencia en ellos, que a veces me creo esa cursilería de que es el espejo del alma, en verdad que me he tragado esto, pero ya que te enamores lo entenderás mejor. A pesar de todo esto, creo que lo mas mágico y profundo que tenemos entre nosotros, es que compartimos el gusto por la necrofilia, ese placer prohibido con el que hemos de cargar por siempre y en grados místicos y superlativos. Actualmente cada uno de nosotros, portamos un cadáver. Isabel tiene la cabeza de un niño de 9 años, con el que se coloca entre sus piernas cuando lee o ve la televisión. Le ha agarrado mucho cariño y se pone triste en saber que pronto se le caerá toda la carne putrefacta de la cara, es cuando es preciso cambiar de cuerpo. Por mi parte, me conformo con un cuerpo obeso de una mujer aproximadamente de 40 años, su olor se vuelve insoportable cuando hago el amor, pues la volteo y expulsa gases fétidos con los cuales desalienta el momento de mi eyaculación. A veces intercambiamos los cuerpos, ya sea del sexo que sean, en cierta ocasión me toco un viejo de 90 años, mi experiencia no fue del todo grata, pero hay que experimentar de todo. Isabel tiene predilección por los pequeñines, casi siempre tiene la precaución de escogerlos sin que nadie los reclame, como los niños de la calle y los desamparados. Con el tiempo se encariña mucho con ellos y los usa de sombrero. Cuando se les cae alguna parte de la cara, tiene la paciencia de cocerlos y reforzarlos para que duren mas. A diferencia de ella, yo soy mas violento con los cuerpos, he llegado a destazarlos en el acto sexual y un día estuve a punto de ingerir un ojo que se votó de repente. Antes de esto yo no había probado extremos en la vida, pero te comento que una vez que lo pruebas, no lo puedes dejar. Isabel tiene mas experiencia que yo. Ella hace unos 8 o 9 años que practica este arte místico. Al principio lo entendía de una manera vulgar, pero con el tiempo trato de madurar en ese sentido, hasta convertirlo en una decente manera de vivir. Quizás los dos nos hemos tranquilizado mucho, y estamos en un punto donde nuestra necrofilia es como un estandarte sublime que nos hace transitar en caminos sagrados que nadie entiende, ¡Te amo Isabel!, y si yo muero antes que tu, ¡quiero que me comas!

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